¿Conoces el cuento de la Gallinita Roja?

Trata de una gallina que busca ayuda de sus amigos para todo el proceso desde sembrar el trigo hasta, con ese trigo, hornear un delicioso pastel.

Ninguno de sus amigos ayuda, y al final, cuando hay que comerse el pastel, lo hace ella sola, pues sólo pueden comer los que trabajaron.

La crianza de los hijos implica mucho trabajo y las mamás somos las que hacemos la mayor parte.  Pero también gozamos de las recompensas que dicho trabajo da.  Nos tocan los primeros pasos, las primeras palabras, las canciones, bailes, cartitas y todo eso que nos inspira y nos da ánimos.  Son señales de que no lo estamos haciendo tan mal.

Dejar que el papá se haga cargo de los niños, además de darnos un tiempo para nosotras, es un ejercicio de delegación y confianza en nuestra pareja.

Pero más allá de eso, es darle a papá la oportunidad de ser parte y testigo de los pequeños o grandes logros de sus hijos.  Una nueva gracia, una nueva habilidad, una ocurrencia y hasta una pregunta difícil de responder;  todo eso forma parte del tesoro que tenemos los padres y que muchas veces disfrutamos mayormente las mamás.

La reacción de los niños al ver que su papá participa con ellos es incomparable.  Pero también lo es la oportunidad que tienen los padres de compartir y vivir ese tiempo con sus pequeños.

¿Les parece si aprovechamos el día del padre y comenzamos a dejarlos participar más con nuestros hijos?

Los niños también son suyos y los papás merecen al menos una rebanada de ese pastel que ayudaron a preparar.